Andy Warhol y yo en una banca del centro

31 agosto 2022

Ficción


Salí a buscar la banca más cómoda de la ciudad. He observado que siempre hay gente para las bancas del centro u otras partes. Todo el día hay personas ocupando esos lugares que son para ocuparse y que nunca he ocupado. Buscaba esa banca para pensar y relajarme un poco. Tuve un día de mierda y casi todo el tiempo estuve evitando explotar, con comportamientos distantes e hirientes. El día más largo que he tenido en mucho tiempo, parece que no termina nunca. Me subí a la bicicleta y recorrí la misma ruta de siempre, donde me siento seguro. Creo que esa ruta es el claro ejemplo de que temo salir de eso que llaman zona de confort y que a veces está bien pero otras no tanto, como hoy. Vine a sentarme a un pequeño bar donde al fondo charlan algunas personas en inglés y hay música de Panteón Rococó. Ciertamente no esperaba parar acá, creí que llegaría por café o unos dorielotes, pero me encuentro en una mesa casi en la entrada del lugar, bebiéndome una cerveza solo por sentir algo en la cabeza distinto a lo que sentí todo el día de hoy. Pedaleé buscando algún nuevo lugar, alguna sensación distinta. No es la primera vez que escribo algo en un lugar así, pero es cierto que hace mucho no lo hacía, no soy de salir solo a ningún lugar. La ciudad me parece más pequeña y predecible que nunca. Todo está en su sitio, y hoy salí en busca de desorden, de alterar lo establecido y encontrar algo diferente. Quizá lo diferente debe ser para el bartender ver a un vato escribiendo y escribiendo sin detener siquiera a beber un sorbo de la cerveza. Hoy más que nunca necesito que las cosas cambien, que algo irrumpa en mi vida y me deje tirado, exhausto, algo que impacte directamente en mí, que lo que antes creía se vaya al carajo y mis ojos tengan ganas de ver el sol de un nuevo día. No creo en los estancamientos, es un pretexto para no hacer las cosas pero si creo en la falta de emociones y para eso es necesaria la búsqueda de meterse a cualquier bar con cerveza barata o llegar a cualquier banca y ocupar ese espacio que me toca, en esa banca que seguro es por mí. Será que todos, entonces, tenemos un lugar en una banca en cualquier parte del mundo y solo hace falta asumirlo. No lo sé, suena a una tontería, pero quisiera ser esa gente que parece despreocupada, mirando los árboles, las aves y a los demás pasar. Es probable que solamente se trate de un respiro, que todos deberíamos tomarnos ese instante para apreciar como esta vida se va escurriendo entre las manos de a poco y no hay quien pueda detener tan inevitable fin. La angustia que vivo es la angustia de todos, me he dado cuenta. Todos queremos vivir mil años, tener riqueza y que nunca nadie nos olvide. Hace poco fui a un panteón y habían tantos nombres y fechas, flores y regalos pero yo no conozco a ninguna de esas personas, y no es que quisiera pero me pregunto si hay alguien recordando a cada una de esas gentes que para ese momento deben ser casi polvo. Me angustia no ser recordado pero me angustia más que me recuerden por cosas malas o tristes. No es que quiera tener a todo el mundo contento con mi presencia, es solo que desde que tengo memoria ha sufrido y mi ser busca ser compasivo con otros seres y que la vida sea un tanto más liviana. No sé, que ego tan grande es ese de querer ser recordado por buena persona, tal vez sean las secuelas de ver estas últimas semanas la serie basada en los diarios de Andy Warhol. Ese men hizo lo que quiso de su vida y sin embargo murió triste, solo, quizá deseoso de que así fuera por la vida que llevó. Creo que me habría gustado encontrarme con él hoy, con Warhol, en una banca de la calzada y que por una sola vez contestara una pregunta con el corazón. ¿Qué le preguntaría? Creo que le preguntaría si le gusta sentarse en las bancas solo porque sí. Todos estamos peleando una lucha, a nuestra manera.

Andy Warhol y yo en una banca del centro

Missael Delgado · Pura Paja Pura Yerba

Caballo