Recuerdo tu paso en mi vida como la estela del cometa. A veces, aunque intente con todas mis fuerzas recordar tu voz y tu olor, no puedo. Es masomenos igual con el paso de un cometa: es todo tan rápido que la memoria puede confundirlo todo. Una foto no le hace justicia al paso hermoso de ese cuerpo estelar. Lo pienso mientras observo las pocas fotos que conservo y veo de tanto en tanto para convencerme, al menos un poco, que todo pasó y no es invención mía. Llegaste y te fuiste tan pronto en este firmamento de estrellas apagadas e infinita oscuridad. Iluminaste, por una brevedad dolorosa, el universo que guardo en mi pecho, y el ruido del latido de un dichoso corazón se puede escuchar en todos los rincones, cimbrados por la magia que escapaba de tus ojos al verme, de la energía estelar desprendida de tu cuerpo al abrazarme. Te dormías en mi pecho y aquella estela del cometa era capaz de detenerse al menos en ese instante para iluminar con esa luz, que arrasa con todo. Mis esperanzas se diluyen al pensar que el mismo cometa no pasa dos veces, y querer estar en cualquier otro lugar o situación no va a cambiar las cosas, ni siquiera mirando hacia el cielo, en la vana espera de un mínimo destello que me avise que sigues atravesando el universo, iluminando tu propio camino, y tal vez el de alguien más. Ahora, el brillo apagado de este diamante roto que no le importa a nadie busca reflejarse en cualquier iluminación de falso amor y sonrisas pobres. Un inevitable sentimiento de derrota me llena el cuerpo al querer entender que tantas cosas buenas se pierden tan pronto, sin poder hacer nada más que observar el paso fugaz de tu vida por mi vida en la vida.https://youtu.be/NGbcypG1Rg8