“Demasiado sobrio pa’ dormirme
Demasiado perezoso para despertarme
El objetivo de la vida ser un niño grande
Estar en paz conmigo cuando tengan que enterrarme”
Lasser - Tándem
Soy arguendero. Muy arguendero. Desde que comencé a asistir a conciertos, y con las facilidades que comenzaba a otorgar facebook me volví fan de no ser fan sino amigo de los músicos de las bandas que yo escuchaba. Me hice compa de bandas como No Tiene La Vaca, Melodycans, Los 4 Vientos, Radio Catoche, Cirko Kandela, Bestia Bebé; siempre me acerco antes o al final del concierto por una foto o un autógrafo, otras veces me han regalado plumillas de guitarra, baquetas, discos, camisetas.
Le tengo mucho respeto a las personas que hacen música, y a las que hacen arte en general. Aunque parece cursilería, siempre termino haciéndoles regalos o demostrando mi admiración por tan noble y valioso oficio. A la música le debo mucho porque siempre ha estado para mí. Disfruto de conocer nuevas canciones, soy bastante curioso. Esa curiosidad y búsqueda permanente me llevaron a descubrir y posteriormente a no soltar al Cráneo y Lasser.
En este punto es importante hablar de lo que vino a cambiar la pandemia en mi vida. Dejé mi trabajo, comencé el aprendizaje del tatuaje, empecé a fumar grifa, se abrió Crime Boys y al mismo tiempo, el LoFi de Fanso (Cráneo, Lasser, Sr Guayaba) era el soundtrack para despertar, desayunar, la ducha, dibujar, tatuar, fumar, salir en bicicleta y cualquier otra actividad que a usted se le pueda ocurrir.
Así fue que un día, bromeando con uno de mis hermanos, le aseguré que haría que Cráneo y Lasser nos visitaran en el estudio. Eso pasó una semana antes de que dieran un concierto en Rey Compadre y la broma o la idea como tal me quedó tan latente, que un domingo antes les escribí un correo invitándolos a fumar y tatuarse con nosotros. Muchas veces me pasaron cosas increíbles, chidas. Alguna vez me gané, con mis calificaciones de primaria, un futbolito de mesa que luego mi mamá vendió. Recuerdo también la primera vez que gané algo con lo que escribo, y montones de regalos de la vida que no terminaría de enlistar.
Pero además hay un grupo exclusivo y especial de sucesos particulares y ahí dentro está la respuesta por correo de Cráneo, aceptando la invitación. Estaba en casa y no lo podía creer. Se lo conté a mis hermanos y avisé que llegaría al estudio temprano al día siguiente, para limpiar, aún sin creerlo, al menos hasta verlos llegar.
A Cráneo le gustó el trabajo de Gus y decidió tatuarse con él, y al avisarle creyó que era broma. Lo hicimos venir pronto y cuando estábamos todos, llegaron. Era el mediodía y se bajaron de un taxi a unos metros de Crime Boys. Los saludé y pasaron al estudio a saludar a los demás. Justo en ese momento es donde todo se puso realmente irreal. Se sentaron en una banca de madera que se encuentra afuera del estudio y que nos ha acompañado por más de diez años. Y con tantas historias vividas en esa banca, ahora ellos, venidos desde España, fumaban con nosotros ahí.
Nos tomamos fotos, les hicimos algunos regalos y vino gente que vio en historias de instagram que estaban acá. Al terminar el primer tatuaje, el del Dj Gonx, nos fuimos a su airbnb Gus y yo, para continuar con el tatuaje de Cráneo allá, mientras transmitía en Twitch. Nos invitaron pizza y cerveza, el tatuaje estaba en proceso y yo, que me encontraba sentado, casi hundido en un sillón, miraba a mi alrededor y, creo que debo decirlo como es, estaba viviendo el puto sueño.
Finalizado el tatuaje nos despedimos, al otro día era el concierto y nos veríamos de nuevo, ya que un amigo les había organizado una comida por la tarde, previa al evento. Es cierto que estábamos tan emocionados que los recibimos y tratamos de la mejor manera, pero ellos a nosotros nos trataron mejor. Preguntaron si teníamos entradas y nos regalaron un par. Con Lasser y Martín, mánager de la gira, platicamos de futbol y una camiseta del León, marca Atlética de los noventas se fue para España.
Nos vimos al día siguiente para la comida, y la convivencia, aunque parecía muy normal, seguía pareciendo una película o un sueño. Pero, como en las películas o en los sueños, las cosas pasan de la forma que uno menos lo espera. A estas alturas del relato todo parece fantasía y alegría, porque lo era, pero nuestras costumbres terminaron contraproducentes. Eran las ocho de la noche cuando tomamos camino para el evento, y a esa hora Martín me escribió avisando que el concierto había comenzado y nosotros no estábamos ahí. Llegamos cuando faltaban poco más de cinco canciones para finalizar el show. Cualquiera se habría vuelto loco por llegar tan tarde a algo que estuviste esperando por más de un año, pero para ese momento importaba muy poco. Claro que me habría encantado corear las canciones, de la primera a la última y estar en la primera fila, justo bajo el escenario. Pero la vida me dio un regalo más grande, conociendo más de cerca a Sergio (Cráneo) y al Andy (Lasser), compartiendo porro, tomando cerveza.
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